Dolorosa


  Qué puedo yo decirte, Madre mía,
si la lengua enmudece al contemplarte;
si el alma, hecha jirones al mirarte,
cuando quiere expresarse desvaría.

  Solo acierto a llorar; más desearía
hacer algo por tí, por aliviarte;
la vida entera dar por consolarte
de ese inmenso dolor, de esa agonía.

  Yo quisiera arrancarte, Virgen Pura,
el agudo puñal de tu castigo,
besar tu cara con filiar ternura,
mirarme en esos ojos que bendigo,
las lágrimas beber de tu amargura
y abrazado a tus pies llorar contigo.